sábado, 24 de octubre de 2009

Citizane Kane...


La obra maestra de Welles, Toland y Mankiewicz… Empecemos con una cita, cuando el señor Matiste está a punto de renunciar frustrado por el desempeño cantoral de Susan Alexander, Kane interviene obligándolo a continuar, luego le señala: “I thought you’d see it my way”, creo que ese es uno de los principales ejes visuales de la peli, a partir de tal premisa se pueden articular las prodigiosas escenas con esa profundidad de campo gigantesca y el universal focus. Es una película que parte de la memoria, de las memorias de los personajes, Kane es una construcción, una leyenda, sólo lo conocemos a través de stock footage y de la subjetividad nemónica de aquellos que se cruzaron por su vida. Por eso además de la ironía y provocación (para Randolf Hearst) que hay en el letrero inicial y final, el “No trespassing”, implica también estas tomas tan abiertas, generales en donde la profundidad y cantidad de elementos a cuadro, no terminan nunca de determinarse por completo, la dirección de arte lo acentúa, Kane está siempre en medio de una vorágine, de un sinfín de elementos, o en unos espacios vacíos, negativos, Kane está distante. La única escena en la que Kane está realmente vivo y objetivo, es cuando muere, sin embargo tenemos el velo de la nieve, es decir de su propia memoria, la ruptura del lenguaje con la “primera entrada” de la enfermera, y el reflejo de la bola de cristal, que clausura la posibilidad del punto de vista de nuestro Charles Foster Kane.
El montaje inicial del news reel, es el preludio perfecto, y un deleite fotográfico, texturas, y estilos diversos, es en esa secuencia que se construye a Kane como esta categoría del subconsciente colectivo, lo que lo saca de nuestro inconsciente colectivo, este sin número de imágenes yuxtapuestas (¿qué es el cine?), el procesamiento de algunos momentos de la imagen, los rayones, sobre exposiciones, o las cámaras en mano, con cortes abruptos, lo hacen por demás dinámico y orgánico. Pero precisamente por esta generalidad prodigiosa, determinada por su indeterminación, es que se emprende la pesquisa de “rosebud”.
Las líneas expresionistas, los ases de luz son abrumadores, y los contrastes. La escena del club “El rancho”, es la primera vez que logramos transitar de manera continua, de un espacio a otro, de un exterior a un interior, a través de fundidos sutiles, que de nuevo creo pueden argüir a la memoria, se pasa de un recuerdo a otro, no sólo de forma abrupta, sino parsimoniosa, una imagen se funde con otra y luego con otra y quizás con otra, es un tratamiento visual lírico. La escena en la que Thatcher se lleva a Kane, el FS exterior que se convierte en el MS interior y luego retrocedemos aún más. Los ángulos de cámara, Kane suele aparecer en contrapicadas, mientras los otros personajes, como Susan Alexander en picada (para establecer la relación de poder), Kane suele vestir colores o muy claros, o muy oscuros, mientras otros personajes están más intermedios.
En la prodigiosa escena del viejo Kane destruyendo la habitación de Susan, los paneos de la cámara son como golpes, hacen eco a las acciones de Welles, paradójicamente, creo es de las escenas más dinámicas de la peli. Cuando sale de la habitación hay otro momento milagroso, los espejos, diluyéndolo, prodigándolo infinitamente hasta el infinito, hasta la nada, hasta la obscuridad.
La famosa escena del discurso político, el diálogo prodigioso de la imagen fija con la móvil. Aquí se concreta a Kane como agente civilizador, como el paladín del establishment…
Y el sublime final, el coleccionismo como metáfora perfecta del capitalismo, el acopio racional, calculado, pero inútil, fatuo e insaciable, de todo. Alejarnos, cada vez más, descubrir un sin número de objetos, un sin número de imágenes, un sin número de historias, de vidas, amontonadas, encajonadas, por aquel hombre. El cuadro inagotable, desbordado de denotaciones y connotaciones, y luego la confirmación de la tragedia de perfección clásica, la simetría del principio y final, ¿cómo escapar del destino, cómo escapar de sí mismo?... “You know, Mr. Bernstein, if I hadn't been very rich, I might have been a really great man”. Y a mi juicio la mejor línea de la historia del cine: “ROSEBUD”…

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