lunes, 23 de noviembre de 2009

Aquele querido mês de Agosto: una ficción en la realidad



Empezaré con una advertencia: Miguel Gomes pertenece a una especie en extinción de cineastas, aquellos que permiten que un plano dure lo que tenga que durar, que no temen alargar sus obras y que piden al espectador paciencia e interés por lo mostrado en la pantalla.

Aquele querido mes de Agosto es una película con grandes pretenciones y resulta triunfante. Todo inicia como un documental, en donde el cineasta retrata el folklore de la provincia portuguesa y la música presente en ella. Sin embargo, el productor está preocupado porque el director parece perdido, aún no tiene a los actores para interpretar a los personajes que aparecen en un guión que no seguido, pero Gomes sólo pide paciencia. De manera casi imperceptible, la película se transforma: la cámara encuentra a sus personajes, una familia de músicos a quienes seguiremos en adelante, incluyendo la relación central entre dos primos y su amor. El resultado es sorprendente: la realidad del documental de Gomes logra desarrollar una ficción. Esa transición es brillante, porque la segundaes mostrada con el lente del primero.

La música siempre está presente: la banda que toca en una procesión, los músicos que tocan en una comida, el grupo familiar al que seguimos...es la música la que da continuidad al documental-ficción, la que evita su ruptura; y es que siempre está ahí: una banda tocando en una procesión religiosa, un grupo armonizando una comida, la familia de músicos en plazas portuguesas.

Las locaciones son hermosas; la Portugal provincial de Gomes evoca por momentos a la Grecia de Theo Angelopoulos: países que sufrieron dictaduras, miembros desde los ochenta de la Comunidad Europea y que están han atravesado un proceso para alcanzar la modernidad del resto de Europa Occidental; además ambos cineastas presentan planos secuencias llenos de nostalgia: el portugués evoca el pasado portugés en lugares por los que el tiempo parece no haber pasado.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Una breve exploración del nuevo cine documental mexicano

Mucho se ha dicho y escrito sobre el nuevo cine mexicano; esta nueva era es considerada ya sea aquella que empezó en 1991, con Solo con tu pareja de Alfonso Cuarón, o a partir de 2000 con Amores Perros de Alejandro González Iñárritu y Y tu mamá también del mismo Cuarón. Se habla de una nueva etapa por su alto nivel cinematográfico, por la crítica social, por la menor -por no decir nula- censura gubernamental, los orígenes de estos cineastas -algunos sin experiencia en cine pero con trabajos en publicidad-, la presencia de productores nuevos que han dado libertad creativa a los cineastas y el reconocimiento que ha ganado entre el público, tanto nacional como internacional.

Sin embargo, el documental hecho en México ha tenido un panorama distinto. Quizás sea porque su público es más especializado, sus temas son menos accesibles, sus espacios más reducidos y sus creadores más dispersos. Es notable que en sus 51 ediciones, los Arieles sólo han tenido la categoría de "Largometraje Documental" en 10 ocasiones, 1988, 1994, 1996 y de 2003 a la fecha. Por esto mismo vale la pena recalcar que a partir de 2003 el premio se ha dado de manera initerrumpida, lo que se puede interpretar como una señal de la mayor atención que ha ganado, así como el aumento en el número y calidad de producciones de este tipo, de lo que queda constancia que entre los nominados de este año para "Mejor Película" hubo 2 documentales. Asimismo, el Festival de Cine Documental de la Ciudad de México ha llegado a su cuarta edición, consolidándose como uno de los principales espacios para su exhibición.

Llegado a este punto, me parecería que también se puede empezar a hablar del Nuevo cine documental mexicano, el cual, por poner una fecha, inició en 1999 con Del olvido al no me acuerdo, y ha tenido un lento pero significado desarrollo. Entre sus principales representantes encontramos a Everardo González, Juan Carlos Rulfo, Eugenio Polgovsky y la prometedora Yulene Olaizola, entre otros. Son cineastas nacidos entre las décadas de los sesenta y ochenta que han revitalizado su campo de acción. Mientras que por una parte han hecho crítica social, han evitado caer en los clichés de lo mexicano; han explorado el pasado sin dejar de ver el presente; han definido un estilo propio y hecho una propuesta cinematográfica novedosa. Se les puede encontrar por diversos lugares: siguiendo los pasos de Pedro Páramo, partiendo de una historia de la abuela, olfateando las pistas de ladrones de los setenta. Viven en la ciudad pero no se olvidan del campo, prestan atención tanto al trabajador de una obra vial tanto como al migrante ilegal o al niño que trabaja.

Sus presupuestos son minúsculos a pesar de que pueden requerir años para filmar una de sus obras; el lograr la exhibición de sus películas puede ser tortuoso. Sin embargo, se han vuelto testigos de la realidad mexicana; por medio del lenguaje cinematográfico han mostrado personas e historias que muchas veces pasamos por alto. Tienen en común el filmar hechos que pueden parecer comunes, incluso marginales, pero que por medio de la fotografía y la edición se vuelven mágicos.

De esta manera ha llegado una nueva era del cine documental mexicano. Cada vez éste va ganando más espacios gracias al nivel artístico que ha mostrado. Por su parte, los documentalistas seguirán buscando en aquellos espacios olvidados e inadvertidos la realidad mexicana.

martes, 10 de noviembre de 2009

Brüno: Borat se volvió gay



La primera película de Sacha Baron Cohen, Borat, es una de las comedias más originales de los últimos años. La idea de presentar la historia de un reportero kazajo en su viaje a Estados Unidos tomó a la audiencia desprevenida, con un filme lleno de humor y crítica a la sociedad estadounidense.

Sin embargo, en Brüno, Baron Cohen ha perdido frescura; su historia es similar a Borat: un personaje absurdo-Brüno, una estrella gay austriaca- termina en Estados Unidos por azares del destino, siendo acompañado por un leal compañero -el asistente de su asistente-, ocurriéndoles cualquier cantidad de desgracias -Brüno es incapaz de conseguir empleo- hasta romper y caer en lo más bajo; el personaje principal revive -como un presentador muy macho de peleas en jaula- y termina ridiculizando a los estadounidenses red un espectáculo muy suyo -reconciliándose con el asistente y besándose en pleno ring-. Sé que uno va a ver Brüno no esperando descubrir el hilo negro del cine, sin embargo, hago referencia a la historia como el primer síntoma de la pérdida de aquello que hizo de Borat algo memorable.

Como en Borat, el humor de Brüno raya en lo vulgar, como en una de las mejores secuencias de la película donde se ve -casi pornografía- cómo tienen sexo el austríaco y su pequeño novio tailandés. Las críticas a la sociedad estadounidense también son cómicas: los padres que están dispuestos a que sus hijos hagan lo que sea para que sean famosos; también están la homofobia que existe en buena parte de Estados Unidos. Pero todo esto no es capaz de redimir la película: sólo vemos una sucesión de escenas que buscar crear impacto y risas, llegando al grado de forzarlas; se siente la repetición de Borat. Sin embargo, la película es disfrutable si uno está con el humor correcto: nada como ir a verla un domingo, con unas palomitas y unos nachos. No será recordada como Borat, pero dará una tarde de risas.

lunes, 9 de noviembre de 2009

New York, I Love You...o cómo desear que ya no se hagan más pelis de 10,000 cortitos mediocres..




Siguiendo la línea de Paris, je t'aime (y en estricto sentido de Lumière et compagnie, 11'09''01, Chacun son cinéma y un largo etcétera) apareció este año New York, I love you. La premisa es conocida: unos productores juntan a varios cineastas de renombre, para que hagan cortos alrededor de un tema, en este caso, Nueva York. La idea no parecía mala: la locación más fílmica del mundo, invitar a Woody Allen, Spike Lee, Jim Jarmusch y otros cineastas que han trabajado en la Gran Manzana...

Pero...un momento...al ver la lista de directores presentes, no hay ninguno de los arriba mencionados; en su lugar tenemos, entre los más ilustres a Fatih Akin y Mira Nair, otros menos conocidos y prestigiosos como Brett Ratner, Shekhar Kapur y Allen Hughes y los desconocidos Randy Balsmeyer e Yvann Attal...Como cereza del pastel, Natalie Portman se pone detrás de las cámaras por segunda vez en su vida (ese lugar privilegiado era de Scarlett Johansson, quien también filmó un corto que no llegó a ver la luz por obvias razones).

Todo esto pronosticaba un desastre -de magnitudes similares a las de Wong Kar-wai y My Blueberry Nights- y lo fue. Lo que tenemos en New York, I love you son 11 cortos, que rondan entre lo cursi y la nada total. Los directores nos recuerdan el multiculturalismo neoyorquino -judíos casándose por aquí, una chica cineasta africana por todas partes, una chica explotada en Chinatown, faltando notablemente algún corto con puertorriqueños. Al igual que en Paris je t'aime, vemos el amor que pulula por la ciudad, los personajes extraños que rondan a todas horas y por todas partes; en resumen, lo mismo que otros cineastas ya han mostrado de mejor manera. Al final de cuentas, la película termina transformándose en lo que puede ser la peor cara de Nueva York: un cliché.

Por el bien del cine, espero que no siga la saga con DF, Te amo...

lunes, 2 de noviembre de 2009

District 9




Mucho se ha comentado de District 9: una de las sorpresas de la temporada, la mejor película de ciencia ficción en años recientes, una notable película con conciencia social, y más. Sin embargo, lo que quiero destacar es la primera media hora de la película, donde por medio de un falso documental se reconstruye la llegada de una colonia de un millón de extraterrestres a Johannesburgo.

En un ejercicio notable, Neill Blomkamp presenta 30 minutos llenos de sorpresas, tensión y asombro. Por medio de entrevistas y "material de archivo", nos enteramos de la llegada de una nave extraterrestre a Johannesburgo con un millón de seres, la respuesta del gobierno sudafricano colocándolos en un gueto y los problemas que genera tal acción. Finalmente, el falso documental nos deja con las acciones que se llevarán a cabo para dar solución al problema.

Tras esto, la película cambia drásticamente de ritmo; si al inicio se comprimen 20 años en pocos minutos, en el resto del film veremos hechos que ocurren en 72 horas. La naturaleza de esta segunda parte es distinta, se enfoca en escenas de acción, -escatología incuída. Estas secuencias están muy bien realizadas, sin embargo, uno se queda con ganas de más tras un inicio tan prometedor.

La película está llena de referencias a problemas que enfrenta nuestro mundo: el racismo, la discriminación, el empleo de empresas militares privadas por parte de los gobiernos, el tráfico de armas, la experimentación en seres vivos...Sin embargo, lo que fue una premisa inteligente, brillante, que podría haber hecho de District 9 un clásico de la ciencia ficción a la altura de Blade Runner, se convierte en una buena película, entretenida y bien ejecutada, pero nada más...

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Sol Del Membrillo... (Victor Érice, 1992)



“Para qué voy a tratar de explicarlo si entre el sudor está entendido”
Pintor Amigo del Pintor…


El sol del membrillo es una fascinación fascinante, parca, sobria, inocente y terrible del arte, más bien de lo humano en el arte, o de lo artístico en el hombre. La revelación “cinematográfica” de sus procesos.
Amo la paciencia de esta película, para relatar cada momento, el regodeo en “el tiempo”, un tiempo no sólo visible sino profundamente audible. El sonido de la pintura, el sonido de lo pintado, y el de lo no pintado.
Me gusta cómo muestra ese intento humano de apresar lo efímero, de hacer eterno un instante; la violencia sutil del arte. La sutileza de lo violento de crear, del encontronazo de las diversidades, de los elementos.
Me gusta la claridad con que aborda ciertos problemas, como el de la delimitación del punto de vista determinado por algo tan complejo y simple como el tamaño del cuerpo, la renuncia al lenguaje apalabrado, al menos la denuncia de sus incapacidades, la primera lengua que escuchamos, después de la “larga” y hermosa secuencia de apertura, es la de los trabajadores. No es español, y no se ofrecen subtítulos, ni explicaciones, es una apertura a la diversidad que clausura los empeños del lenguaje.
Me afectan los contrastes, las relaciones entre diversas líneas narrativas, entre diversas “realidades”; el canto del pintor (el arte) superpuesto a los ruidos cotidianos, a las imágenes cotidianas, que termina por ser “ensordecido” por la estridencia del tren.
La contemplación, y nada más, percibir que no pasa nada mas que lo que pasa, y lo difícil que es poder aguantar eso, es un solaz y un tormento.
Me gusta la batalla humana por proteger lo improtegible, porque lo fenoménico permanezca o mute, en función de nuestras exigencias, por nuestras intenciones (como el arte), que terminan modificándose, complicándose por las intenciones no intencionadas de la naturaleza; cuya efigie es el huidizo (alteridad ambigua) sol, que expresa este carácter mutable del mundo, el mismo sol, los diferentes soles, los infinitos soles, y sus infinitas relaciones con elementos infinitos (el membrillo). La posibilidad de ver un solo sol, o más bien de hallar en alguno lo deseado (la obra artística), es un accidente milagroso.
Y el hombre luchando contra estas fuerzas implícitas en sí mismo, y la ironía y el contraste de los dramas externos con los internos. Me gusta mucho la radio del pintor; lo más “complicado” pasando (las noticias) lo más “simple” (un cuadro) no puede pasar.
Y pues finalmente esa verdad hermosa y terrible de la inagotabilidad del objeto, del acto amoroso (en todas sus contradicciones) del artista por salvar las distancias insalvables entre sí y el mundo (incluso entre sí y sí)...

Ven y mira... (Elem Klimov, 1985)



A pesar de las nacadas indignantes pero usuales de los Ramírez (todos los otros son iguales) y su lujoso complejito angelopolitano (el aspect ratio 1.37:1 estirado para que cubriera toda la pantalla, cuya consecuencia fue la omisión de “detallitos” a los bordes, como las cabezas de los personajes la mayoría del tiempo, o sus bocinas reventadas, puestas a un volumen atronador, insoportable, en solidaridad quizás a la sordera de Florya), vimos un milagro cinematográfico, que logró que nos olvidáramos del estado desmadrado de la copia y de los subtítulos hechos como por Arian Juárez, y nos perdiéramos en ella. Junto con noche y niebla de Resnais, es la película vista, que más nos acerca al horror nazi en la segunda guerra.
La peli tiene unos planos secuencia prodigiosos, abrumadores, insoportables, unos travellings hechos como con una moto donde se persigue a los personajes que corren, muestra la belleza que hay entre toda la mierda, y la mierda en lo bello, como dice Rilke al principio de sus elegías: “Pues la belleza no es nada sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces de soportar, lo que sólo admiramos porque serenamente desdeña destrozarnos.” Pero la película cruza esa frontera, es terrible, no hace más que destrozarnos.
La fotografía naturalista muestra lo inhóspito del paisaje, empezamos con un arenal, transitamos por bosques tupidos inaccesibles, ciénagas, y niebla, una niebla que cuando la cámara avanza hacia ella, nos da una sensación de infinito, de ciclo, nos provoca ansiedad y desamparo. Las ráfagas rojas que violentan el cielo, siempre gris azulado, en diálogo con el verde negruzco del suelo. El cambio radical de eje para denotar que Florya pierde la inocencia, la distancia ante la guerra, cuando descubre que su familia está muerta y entierra la cabeza en el fango. Hay tres momentos que no me dejarán, el del retrato con la pistola en la sien de Florya, el de la muchacha bestialmente violada caminando hacia la cámara, hacia Florya quien le dice: “amar… parir”, y el epílogo, el montaje del stock footage, el momento en que Florya estalla y termina de crecer, y empieza a balear el retrato hitleriano, a hablar por todo su pueblo, ¡ver la segunda guerra al revés! Con la carga emotiva, con las implicaciones, con la originalidad, con el absurdo milagroso, el anhelo y la imposibilidad, la foto de Hitler bebé, o después el plano secuencia de los rebeldes marchando, la cámara entra a la espesura negra de los árboles y sale para encontrarse al pelotón que avanza hacia la nieve, y se levanta… No sé qué tan racionalmente se puede ver una película así, sólo sé que me duele algo, algo muy grande, pero no sé qué…