martes, 10 de noviembre de 2009

Brüno: Borat se volvió gay



La primera película de Sacha Baron Cohen, Borat, es una de las comedias más originales de los últimos años. La idea de presentar la historia de un reportero kazajo en su viaje a Estados Unidos tomó a la audiencia desprevenida, con un filme lleno de humor y crítica a la sociedad estadounidense.

Sin embargo, en Brüno, Baron Cohen ha perdido frescura; su historia es similar a Borat: un personaje absurdo-Brüno, una estrella gay austriaca- termina en Estados Unidos por azares del destino, siendo acompañado por un leal compañero -el asistente de su asistente-, ocurriéndoles cualquier cantidad de desgracias -Brüno es incapaz de conseguir empleo- hasta romper y caer en lo más bajo; el personaje principal revive -como un presentador muy macho de peleas en jaula- y termina ridiculizando a los estadounidenses red un espectáculo muy suyo -reconciliándose con el asistente y besándose en pleno ring-. Sé que uno va a ver Brüno no esperando descubrir el hilo negro del cine, sin embargo, hago referencia a la historia como el primer síntoma de la pérdida de aquello que hizo de Borat algo memorable.

Como en Borat, el humor de Brüno raya en lo vulgar, como en una de las mejores secuencias de la película donde se ve -casi pornografía- cómo tienen sexo el austríaco y su pequeño novio tailandés. Las críticas a la sociedad estadounidense también son cómicas: los padres que están dispuestos a que sus hijos hagan lo que sea para que sean famosos; también están la homofobia que existe en buena parte de Estados Unidos. Pero todo esto no es capaz de redimir la película: sólo vemos una sucesión de escenas que buscar crear impacto y risas, llegando al grado de forzarlas; se siente la repetición de Borat. Sin embargo, la película es disfrutable si uno está con el humor correcto: nada como ir a verla un domingo, con unas palomitas y unos nachos. No será recordada como Borat, pero dará una tarde de risas.

No hay comentarios: